Entre las palabras y las cosas hay distancia, no sé muy bien qué es lo que se anida en ese espacio, pero sin duda es algo neblinoso, turbio, el origen del desentendimiento. Una especie de brea y bichos de diversos materiales se van transformando, creciendo y mutando en una planicie vasta que reconocen como propia, entonces juegan, crecen, se reproducen y multimplican las sombras entre ellos y todo sin ningún intento de malicia, simplemente sucede, se dispersa, flota el umbral entre lo que decimos y lo que creemos entender.
Y en este paisaje todo puede suceder, materia oscura, polvo del desconcierto y el entendimiento también, cuando el ánimo borra metros y kilómetros de médanos para que todo sea cristalino, luminoso, cercano y entendible.
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